jueves, 25 de julio de 2013

PATRIA Y LIBERTAD EN LA LITERATURA PERUANA


Los conceptos de patria y libertad adquieren consistencia, espesor y trascendencia más allá de las ideas y definiciones. Se trata de dimensiones que se viven, sienten y experimentan en carne propia en una serie de manifestaciones: el apego al suelo donde hemos nacido o vivimos; en la nostalgia y adhesión por la tierra donde expresamos nuestro primer hálito vital; en el apego al suelo que generosamente nos acoge y modela; en la fraternidad con el hermano, el amigo, el pueblo en crisis y en la lucha por salir adelante; en los tormentos de la esclavitud y en la lejanía del destierro; en la comunión de logros e ideales…
Como tema de literatura los conceptos de patria y libertad encuentran cauce apropiado en la poesía social, histórica y cívica, así como en la oratoria patriótica y en la conferencia. En cambio poco aparece en el relato, aunque siempre hay  algunos ejemplos ilustrativos.

ANTECEDENTES
La revolución de Túpac Amaru, sangrientamente reprimida produjo una intensa producción de coplas y pasquines, recogidos principalmente por el padre Rubén Vargas Ugarte en “Nuestro cancionero”, así como por Luis Alberto Sánchez (“Literatura peruana”) y Emilio Romero (“El romancero tradicional en el Perú”). Una décima alusiva recogida por el mencionado sacerdote e historiador dice:
Túpac Amaru, americano
Rey, nuestro libertador
sólo trató con rigor
al europeo tirano,<
Al patricio, fiel, humano
ampara y hace favores
sin distinción de colores
es con todos muy amable
y por justo, inimitable
a sus competidores.

Al año siguiente de la masacre de Tinta, el limeño José Baquíjano y Carrillo en la toma de posesión de mando del Virrey Agustín de Jáuregui, en la casona de San marcos habría de advertirle a su señoría de que si no se corregían los abusos “hasta los muros de la universidad serían insurgentes”.
También en 1792, con ocasión del III Centenario del Descubrimiento de América, el concepto de patria  la leemos en la proclama del arequipeño  Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, que en su célebre “Carta a los españoles americanos” desarrolló un concepto transnacional porque “Nuestra patria es América”. También afirmaba convencido: “América reunirá las extremidades de la tierra y sus habitantes serán atados por el interés común de una sola y grande familia de hermanos”.
En vísperas de la independencia los anhelos de libertad se plasmaron en los versos anhelantes de sentimiento nacionalista andino y telúrico que entonó Mariano Melgar en sus raigales y románticos yaravíes, como reafirmación de que no hay romántico que no anhele la libertad.

EMANCIPACIÓN Y POESÍA
La revolución emancipadora produjo sugerentes coplas y canciones en las que se instaba a quebrar el “yugo intolerable” y a formar Juntas Independientes. Simultánea y con sugerente picardía, se acusaba a Lima (“la zamba vieja”,) de constituir el centro de la reacción y dominio español y virreinal:

Arequipa ha dado el sí
y Cuzco la seguirá
con La Paz, pero entre tanto
arrebujada en su manto
la zamba vieja ¿qué hará?

Dirá con mucho gracejo
Vayan todos a la porra
yo quiero mi mazamorra
y no exponer mi pellejo.
Ea, zamba, vuelve en ti.

También la lucha por la independencia encontró su medio de expresión en los insinuantes romances y letrillas, que rápido desembocarían en la “canción patriótica, de tono más o menos marcial y portadora de mensajes de libertad, patria y resurgimiento de la causa pro indígena, junto a estampas costumbristas, como la popularísima “Canción de la chicha”:

Patriotas, el mate
de chicha llenad;
alegres brindemos
por la libertad.

A la inversa, con la “Canción marrana” se replicaba a los patriotas, empleado el duro adjetivo de “marranos” con que los españoles designaban a los libertadores, empleando la misma denominación que siglos antes sus antecesores aplicaran a los judías. Una de las más populares de la época era aquella en que se atacaba a los patriotas y seguidores de San Martín:

¡Qué patria tan pieza
tan llena de engaños
centro de los vicios
y de los tiranos!
A Lima vinieron
cuatro mil marranos
muy largos de uñas
en los pies y manos.
Estos se nombraban
patriotas y hermanos
pero sus hechuras
sólo son de diablos.

REAFIRMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN
En plenos afanes y ajetreos por consolidar la causa libertaria, encontramos ese breve, extraordinario y premonitorio  elogio del sacerdote de Sicuani,  José Domingo Choquehuanca,  ante el libertador Simón Bolívar:
“Sois, pues, el hombre de un destino providencial. Nada de lo hecho atrás se parece a lo que habéis hecho; y para que alguno os imite será preciso que haya otro mundo por libertar. Habéis fundado cinco repúblicas que, en el inmenso desarrollo a que están llamadas, elevarán vuestra gloria a donde ninguno ha llegado”.


De esos mismos días es la famosa “Oda a la Victoria de Junín”, que compuso José Joaquín Olmedo en homenaje de Bolívar.
En este recuento también nos encontramos con la formidable pluma de Abraham Valdelomar, el fino y elegante escritor modernista, el de más intenso sentimiento nacionalista, el de mayor fervor patriótico, el de permanente trascendencia cívica, como se puede apreciar en la serie de prosas, conferencias y discursos incluidos en el raro, escaso y casi inubicable “La aldea encantada”, cuyos textos son lecciones imperecederas para maestros, alumnos, padres y pobladores de este país en general. Lamentablemente, es posible que nuestras escuelas y colegios actuales, así como los populares y poco manejables planes lectores de ahora los ignoren y pasen por alto. En dicho libro o en antologías escolares  aún están: “El sueño de San Martín”, la leyenda que inspiró los colores de nuestra bandera y la escarapela. Allí también está el formidable discurso “Invocación a la patria”, aquel que dice:

“La Patria es orgullo santo, y nosotros no tenemos orgullo. La Patria es haz de voluntades y nosotros somos abúlicos; la Patria es tea luminosa y radiante, y nosotros en las tinieblas; la Patria es fraternidad, concierto de afectos, uniformidad de sentimientos, y nosotros somos desunidos y nos hacemos daño unos a otros; la Patria es orden y respeto, y nosotros desordenados; la Patria es acción, y nosotros somos indolentes; la Patria es Libertad, nosotros tenemos esclavos; la Patria es abnegación, y nosotros somos egoístas; la Patria es Dios, y nosotros somos fanáticos! Escuchad compatriotas, la voz de nuestra niñez; dadnos lo que pedimos fervorosamente, dadnos Patria!”

En esta misma obra también encontramos la imperecedera e insuperable prosa “Bandera, ala de la Victoria”, pletórica de sentimiento supremo de peruanidad y exaltación supremo del símbolo patrio. Bien leemos allí:
“Bendita seas, porque en tus rojos pliegues está la sangre de mi sangre, la sangre de mi padre y de mi madre, la sangre de mis abuelos, la sangre que por ti derramaron todas las generaciones; bendita seas porque pensando en ti los hombres nos haremos más buenos; porque viviendo en extrañas tierras en tu imagen sentiremos el beso de la madre, de la hermana,  el afecto lejano y bienestar distante, bendita seas, porque tu encarnas el ideal sobre la tierra; porque eres el ideal mismo hecho ala en el viento y pliegue bajo el azul del cielo”.

Y también encontramos la sensitiva y creyente “Oración a San Martín”. Pero eso no es todo, porque el más importante cuento de Valdelomar, “El caballero Carmelo”,  tiene por escenario y ambiente la caleta de San Andrés de los Pescadores, precisamente en la celebración de fiestas patrias.
En la continuación de este recuento, de fines del siglo XIX y a raíz de la guerra con Chile, Manuel González Prada enarboló su palabra ardiente y radical en el famoso “Discurso en el politeama”, en el que llamaba a la acción a los jóvenes en vez de los caducos, rutinarios, cansados y entreguistas.
Ya en la segunda mitad del siglo XX, con la afirmación de la narración indigenista, uno de sus iniciadores, Enrique López Albújar también habría de perfilar el tema libertario y patriótico tanto en su poesía como en sus cuentos. Ejemplos de la primera es “La bandera”; y del segundo, el tenso y emotivo relato ambientado en Huánuco “El hombre de la bandera”.
Más cercanos a nosotros nos encontramos con las entregas poéticas de Javier Heraud, también romántico y revolucionario, pletórico de sentimientos de libertad y justicia, que fue acribillado en Madre de Dios y que escribió:
“Porque mi patria es hermosa
como una espada en el aire
y más grande ahora y aun
y más hermosa todavía,
yo hablo y la defiendo con mi vida”.

De los años 70, en el contexto de la revolución de las fuerzas armadas, adquirió especial popularidad el emotivo poema de Alejandro Romualdo Valle “Canto Coral a Túpac Amaru”.
Concluimos, por ahora, este recuento, con un libro de marcada intención didáctica dirigido expresamente a los niños. El título es de por sí harto elocuente: “Mi patria es muy linda: Se llama Perú”, de la maestra y poetisa patacina Aída Vida Arias”, creadora de hermosos poemas de inspiración, temática y destinatario patrióticos y libertarios. Todo su libro es un ofertorio en el altar de la peruanidad, porque:
Mi patria es muy linda,
se llama Perú;
y está acostadita
junto al Mar del Sur.

Sus mares, su selva
su pintoresca sierra
los más opulentos
tesoros encierra.

BALANCE PROVISIONAL

Seguramente los autores incluidos en este recuento no son los únicos; pero los mencionados y citados son altamente representativos. Sus creaciones deben considerarse solo como muestra, que puede y debe ampliarse. En todo caso, en estos tiempos de descomposición social, de pérdida de los valores de identidad, de los anhelos irrenunciables de libertad y justicia, debemos contribuir a la afirmación de los valores y creaciones de nuestra patria.
Saniel E. Lozano Alvarado
Escritor y profesor universitario
sanielozanoal@hotmail.com


NotaEstos textos se publican en el diario “La Industria”, de Trujillo, así como se
transmiten todos los miércoles a la 1.00 p.m. en “La Ventana Cultural”
del Radioperiódico “La Voz de la Calle”, de Radio Libertad.






No hay comentarios:

Publicar un comentario