Es un autor
dedicado, fecundo, prolífico, constante, apasionado, tal vez sin formación
teórica o académica, hecho más bien en el oficio propio y directo de la
palabra, que se ha volcado en múltiples textos poéticos y narrativos de
encomiable nivel artístico. Sin embargo, su figura, su imagen, su voz literaria
no ha trascendido mayormente en el ámbito cultural, lo cual es injusto. El
mismo periodismo no ha fijado mucho su atención en el quehacer de este autor. Casi
no se conoce ninguna crónica, comentario o artículo que recree, o dé cuenta de
su producción.
Me refiero al
escritor y militar José Augusto del Solar Céspedes, nacido el 5 de mayo de 1932
en Paucartambo, provincia del Cuzco. Estudió Primaria y Secundaria en varios
lugares: su propia tierra y luego en Cuco, Abancay, Andahuaylas y Lima.
Atendiendo al
llamado de su vocación ingresó en forma voluntaria en 1951 a la Escuela Militar
de Chorrillos, de donde egresó como Subteniente en 1957. A través de su
trayectoria castrense desempeñó diversos cargos, entre ellos los de Profesor en
la Escuela de Infantería y en la Escuela Superior de Guerra del Ejército, comandante de la sétima
división de Infantería en Lambayeque,
Presidente del consejo Superior de Justicia
Militar y Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas del
Perú. Ascendió por todos los grados de
la carrera militar, hasta General de División del Ejército Peruano.
Este raro,
excepcional y extraordinario hombre de armas, siguió varios cursos de
especialización y postgrado, tanto en el Perú como en el extranjero. También
estudió artes, especialmente pintura, dibujo, teatro, oratoria y propaganda en
la Escuela Panamericana de Arte. Fue alumno de arquitectura en la Universidad
Popular de Argentina, y de pintura en la Escuela de Bellas Artes de Piura.
O sea que
estamos hablando de un militar no solamente empeñoso, dedicado y brillante en
su profesión, sino de un intelectual excepcional, casi insular, de amplia y
vasta formación humanista, de rígida disciplina profesional y de lograda sensibilidad
espiritual y creadora. Por eso, en clara y contundente demostración de que no
hay oposición entre la carrera de las armas y de la pluma, podemos presentar
esta semblanza de un hombre que hasta hace poco y durante algunos años ha
estado residiendo aquí, en Trujillo, sin que los círculos o grupos literarios destaquen
su presencia cultural. Entonces, de alguna manera, esta nota tiene también un
sentido reivindicativo y justiciero.
Buenos, pues,
José Augusto del Solar Céspedes, se
inició en el campo de las letras en 1947 cuando ganó los Juegos Florales “Juan
Espinoza Medrano”, de 1948 en poesía.
Posteriormente,
al reincorporarse a la vida civil no se dedicó a la literatura como “pasar el
tiempo”, o como alguien que busca entretenerse para hacer menos tediosa la vida
en “situación de retiro”, sino que aprovecha su nueva condición para dedicarse
intensamente a esa otra vertiente de su vida pletórica de sensibilidad,
reflexión e inspiración creadora, que, al fin, puede revelar y plasmar en las
páginas del libro el fruto de una rica cualidad creadora que se nutre de
inspiración natural, telúrica, paisajista, vital, tradicional, evocativa,
amorosa; y junto a ello, también el resultado de la reflexión trascendente de
largo aliento.
Además, la
obra literaria del escritor José Augusto del Solar Céspedes, ha logrado
plasmarse gracias a la generosa y amplia comprensión del editor Carlos Vega
Ocaña, por cuyo intermedio hemos podido acceder a los siguientes títulos:
En poesía: “Voragine”
(2004), “Ansias y cuitas” (2006), “Abisal” (2008), “Nuevo amanecer” (2011),
“Esplendor del ocaso” (2011), “Apocalipsis” (2012), “Pródiga longevidad”
(2012). En esa vasta relación hay que agregar su libro de poesía quechua: “Runa
simickmanta” (“El habla de los hombres”, 2012).
Su producción narrativa comprende: “Delicada línea insondable” (2003), “Fantasmas, duendes y aparecidos” (2004), “Huracán y otros cuentos” (2005), “El niño del cuento” (2005), “Y los cuentos continúan” (2009), “El soñador” (2011),
En todo este conjunto también merece incluirse el relato testimonial sobre la acción genocida, fratricida y criminal del terrorismo, especialmente por parte de “Sendero luminoso”. Los nefastos y trágicos hechos son relatados por Del Solar Céspedes en el volumen “Recordar para no olvidar” (2010). Es obviamente la visión de un militar; por tanto, seguramente influido por un sector principal participante en los hechos; pero no por ello menos valioso.
Como puede verse, la producción intelectual del autor es intensa, pródiga y variada. La valoración de sus textos es una tarea pendiente y tarea de la crítica. Por ahora va esta nota difusora y el homenaje a un decidido hombre de letras de formación militar, como también lo fue, por ejemplo, Arturo Hernández, el extraordinario narrador de la selva.
Saniel E. Lozano Alvarado
Escritor, periodista, profesor universitario
sanielozanoal@hotmail.com
Excelente nota
ResponderEliminarLa pluma maestra del Dr. Saniel nos entrega una bella semblanza de la vida y obra de una gran persona y escritor como lo es don José del Solar. Gracias por el sucinto comentario.
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